miércoles, 17 de octubre de 2007

Hacia dónde va las cuentas del estado Argentino?

Un amigo me manda por mail el siguiente artículo, publicado en el Clarín hace pocos días, donde se analiza el impacto que tiene la crisis energética en la pérdida de competitividad de la economía argentina. En pocas palabras: falta de inversiones, retensiones altas, subsidios, superavit comercial a la baja.


Sin freno, las cuentas energéticas ya entraron en una curva peligrosa
SOSTENER EL SISTEMA CADA VEZ LE CUESTA MAS PLATA AL ESTADO


Por donde se las mire, las cuentas energéticas ya entraron definitivamente en una curva peligrosa. Se achica rápido el superávit comercial sectorial, y también losrecursos que aportan al Fisco las retenciones sobre las exportaciones. Encima, sostener el sistema le cuesta mucha plata, cada vez más, al Estado. Todo es parte del mismo problema, cualquiera sea el nombre que uno le ponga.

Según datos de la AFIP, la recaudación por impuestos a las ventas externas de productos minerales apenas subió 1,5% en los ocho primeros meses del año, respecto del mismo período de 2006. Productos minerales son, para el caso, gas, petróleo y naftas, centralmente.

Lo notable es que tal performance se produjo a pesar del fuerte crecimiento de los precios internacionales. Y la explicación más directa, que caen de un modo significativo los volúmenes que se exportan. Así, pese a los precios, entre un año y el otro la participación del sector en la torta completa de las retenciones retrocedió del 22 al 16,8%.

¿Qué ha hecho que, con todo, los ingresos globales por las retenciones hayan crecido nada menos que 32,4%? Sencillamente, que el campo sigue siendo un fuerte aportante: trigo, maíz, otros productos y, fundamentalmente, el complejo sojero. Pero lo que vale aquí también cuenta para el sector energético: en uno y otro caso han aumentado las cotizaciones internacionales, y en ambos los impuestos son altos.

Por si hace falta decirlo, los derechos de exportación son un pilar del superávit fiscal, a su vez una de las patas clave del modelo. Representaron 11.840 millones de pesos, en los ocho primeros meses del año. La contribución del campo anduvo arriba de los 7.000 millones de pesos. La de gas, petróleo y derivados, no llegó a $ 2.000 millones.

Aquí asoman otras explicaciones, que dan sentido a los propios números. Hace ocho años que la producción petrolera viene en declive, y cuatro que la de gas está estancada. Ambas son la base de la matriz energética del país. Y bajo esas condiciones debe enfrentarse una demanda potenciada por el fuerte crecimiento económico y por el incremento del consumo domiciliario, especialmente en los sectores de más altos recursos.

El cuadro se completa con la ausencia de inversiones. No las hay desde hace tiempo en exploración petrolera, o sea, en aquello que estira el horizonte de la oferta. Y las que existen en gas se limitan a los yacimientos conocidos: si se quiere, a exprimir lo que hay. Después empieza la discusión sobre las tarifas, la morosidad en los planes oficiales, la impericia técnica, la imprevisión o lo que cada cual quiera. Pero lo inocultable es el cuello de botella energético, que, es también evidente, se proyecta sobre 2008.

Vuelta al comienzo y parte del todo: el achicamiento del superávit comercial sectorial. Había sido de 3.917 millones de dólares entre enero y agosto del año pasado. Y retrocedió a 2.216 millones en el mismo lapso de 2007: se achicó 43,4%.

Aun cuando fatiguen, otros números amplifican el panorama. Medidas en dólares, en el año las exportaciones energéticas cayeron 18% y las importaciones treparon 63%.

Unas revelan la insuficiencia de producción, y las otras, lo mismo: se necesita importar cada vez más -gasoil, fuel, gas, electricidad- para suplir lo que acá escasea o, si se quiere, para sostener el sistema. Todo, a pesar de los cortes que se les impusieron a las industrias.

El superávit comercial también es una pata clave del modelo. En 2006, el energético había contribuído con 47% al resultado total. Bajaría a 36% en 2007. Y el riesgo, a este paso, es que la contribución se vuelva negativa o, dicho directamente, que el balance sectorial entre en zona roja.

Puede ser que, dado el envión que tiene, la inflación ocupe hoy el centro de las preocupaciones, privadas y oficiales. Pero el cuadro energético pega en varios lados a la vez y ha tomado la forma de problema estructural.

Pega en las cuentas externas y en las fiscales. En las fiscales, no sólo porque se desinflan los ingresos por las retenciones: también, por el costo creciente que significa sostener el sistema, así sea a duras penas. Entre subsidios diversos, alguna inversión y los fondos que consumen las importaciones, este año el Estado lleva gastados 5.841 millones de pesos, más de 1.800 millones de dólares. Son datos de la Secretaría de Hacienda, al 30 de setiembre.

Tal cual pasa con los subsidios para el transporte de pasajeros metropolitano, la factura energética avanza como el reloj de un taxi. Los gastos previstos para todo 2007 ya montan a
$ 7.060 millones, dos presupuestos enteros del Ministerio de Salud. Pueden ser mayores aún, pero basta una referencia: tal cual están, representan el doble de los que se habían contemplado en el plan original.


Números
43,4 Es el porcentaje en que se achicó el superávit comercial energético. El riesgo, ahora, es que el balance entre en zona roja.


7.060 Son los millones de pesos que, este año, le costaría al Estado sostener el sistema energético. El grueso se va en subsidios.


Fuente: Clarín
Sección: Opinión
Fecha: 13/10/2007

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